martes, 23 de marzo de 2010

Zamora-Puente de la isla-Zamora/Farler/Progresiones/a la puerta de casa

-Recorrido: Zamora-Puente de la isla-Zamora/Farler/Progresiones/a la puerta de casa

-Km: no los sé

-Tiempo: 00:29:49

-Puls. medias: 174

-Puls. máximas: 197


Hoy hemos hecho la prueba que peor se me da: farler. Ya os contaré más abajo. Salimos para ir hasta el puente de la isla. Teníamos que ir y volver despacio (la verdad es que, después de lo de ayer, no había ganas de correr). Fuimos Steven, Jaime, Bea y Silvia, pero las dos chicas se quedaron para atrás. Nosotros hicimos una cosa que nos costó la bronca de Teo, especialmente a mi: lanzar el sprint. Cuando llegábamos Steven y yo al sprint, Teo nos pegó una voz y nos dijo una cosa así como "¿Quién os manda lanzar el sprint?¿Qué os dije?". Yo le dije que ya era por la costumbre. Paramos y a la peor prueba: farler. Nos pusimos y en las primeras aceleraciones todo fue bien, pero, cuando llevábamos unos cinco minutos, empezé a sentir dolor en las piernas, y todavía faltaban 10 minutos para acabar... Llegué el último, como siempre en esta prueba, y con un dolor de piernas increíble, que nunca había sentido. Le dije a Teo de las Heras que yo no podía con esta prueba, que se me atravesaba, y él me dijo que era por lanzar el sprint cuando él no lo decía. Nos dijo que había que hacer ocho progresiones de las de esquina a esquina del campo de fútbol. Pues a hacerlas, qué remedio, con un dolor increíble. Una vez hechas, ya habíamos acabado. Como eran las siete menos cuarto, esperé hasta las ocho. Estuve allí hablando con los padres sobre el entreno de hoy. A las ocho, me marché corriendo a casa, porque no había llevado ropa de abrigo. Cuando fuí a abrir la puerta del portal, me di cuenta de que no había cogido las llaves, las había dejado en la furgoneta de Teo. Paré el cronómetro y me puse a pensar. "Teo se ha marchado, pero creo que volvió a coger algo, voy a ir a toda leche, a ver si lo pillo". Y eso hize. Llegué a la Ciudad Deportiva (menos mal que vivo a 2 minutos andando y a 1 corriendo), pero no veía la furgoneta de Teo. Bajé hasta el parking, por si acaso y, por suerte, vi una amarilla. "Supongo que será él, más me vale", pensé. Llegué hasta allí y justo, era él. Estaba dentro de la furgoneta. "Hola, Teo, me he dejado las llaves, ¿las has visto?", le pregunté. Él me respondió: "¿Esta cartera es tuys?" Me la enseñó y sí, era la mía. Nos despedimos y me marché. Fuí con Jaime, que se había quedado haciendo estiramiento y flexiones, pero ya andando.

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