miércoles, 18 de agosto de 2010

Zamora-El Perdigón-Cazurra-Moraleja del Vino-Villaralbo-Zamora

-Recorrido: Zamora-El Perdigón-Cazurra-Moraleja del Vino-Villaralbo-Zamora

-Km: 47,26

-Vel. media: 23,01

-Vel. máxima: 45.75


Hoy, en teoría, venían unos periodistas de la revista "Ciclismo Base" a hacer un reportaje sobre las salidas que hacemos por el carril bici los miércoles, pero allí no apareció nadie. Mi hermano pequeño (y el único que tengo) estaba muy emocionado porque le iban a entrevistar. Estábamos Manolo, mi padre, mi hermano y yo solos, así que nos marchamos a dar una vuelta pequeña al carril bici, hasta las siete, para ver si aparecían. Como, cuando volvimos, tampoco estaban, pero estaba allí Maite, que ha competido en ciclismo ("pero cuando era pequeña", como ella dice), nos fuimos a dar otra vuelta pequeña con mi hermano, pero resulta que nos encontramos con otros dos del grupo que hacían mucho que no salían (padre e hijo) y, al final, entre unas cosas y otras, dimos la vuelta entera. Es decir, que, a lo que he puesto arriba de la ruta "Zamora-El Perdigón-Cazurra-Moraleja-Villaralbo-Zamora", hay que añadirle 23,74 kilómetros y un tiempo de 01:07:52. O sea, el panorama es el siguiente: 61,00 kilómetros en 03:11:00.
Bueno, vamos con los 47,26 kilómetros, que son los importantes, los otros solo nos importan a Bicizamora y a mi hermano. Después de que mi padre llegara al Puente de los Tres Árboles de dejar a mi hermano a casa (no le íbamos a meter tanto kilómetro a nuestro paso, con siete años que tiene), decidimos ir a la carretera de Almaraz, pero, al final, cambiamos de opinión y nos fuimos a hacer el recorrido que he puesto de título.
De salida intentamos hacer algun abanico, pero no lo conseguíamos (aquí, un servidor, que no era capaz de ponerse bien) y lo dejamos por imposible. En una cuesta arriba, Manolo y yo nos marchamos y no nos "neutralizaron" los perseguidores. Lo malo fue que me escapé yo en otra, y David y mi padre sí que me cogieron. En otra subida, David y yo fuimos un rato escapados. Después, un rato tranquilos, paramos a rellenar mi botellín de agua, ya que me había bebido toda en El Perdigón, y seguimos. Saliendo, nos encontramos con un vecino que también es ciclista, y otro compañero suyo; se vinieron con nostros. Ellos cogieron un camino, pero nostros, entre que yo tengo unas nuevas ruedas finas en mi bici y que mi padre es más de carretera, fuimos por la carretera. En una ocasión me piqué con el vecino, pero os aseguro que no me quedaron ganas de volver a hacerlo: me pasó como una bala. Eso sí, mi padre le arreó y él (el vecino) no pudo seguirlo, todo sea dicho. También íbamos bromeando con el vecino. Como tiene una Mérida y una Cannondale, le decíamos que la Mérida es para diario y la Cannondale para el domingo.
Una vez que ellos dos se fueron, fuimos más deprisa para ver si llegábamos antes que ellos. No sé si lo conseguimos, porque, cuando llegamos a Zamora, dimos una vuelta por el carril bici. Un camión del Ayuntamiento se nos puso delante en el carril bici. Le intentamos hacer una foto, pero no pudimos. Más tarde, nos encontramos con José Luis Posado. Pero lo bueno vino en el sprint: como en las carreras de atletismo, lo gané en solitario. Salieron mi padre y David y yo, detrás de ellos. Pensé que no podía cogerlos, pero, no, perdieron algo de fuerza y los cogí. Cuando estaba ya a su rueda, mi padre perdió velociad y sólo quedábamos David y yo. David, pensando que yo era mi padre, me iba haciendo de gregario, hasta que llegó un punto en el que le arranqué y no pudo seguirme.


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