sábado, 11 de enero de 2014

Zamora-Peñausende-Morales del Vino-Zamora

-Recorrido: Zamora-Peñausende-Morales del Vino-Zamora

-Km: 72,73

-Tiempo: 2h59'34

-Vel. media: 24,30

-Puls. medias: 135

-Kcal: 1481

Antes de nada, reconocer que he tenido bastante dejado el blog, lo que no quiere decir que haya dejado la bici. Desde la última salida que publiqué, la Senda del Duero, he seguido saliendo hasta noviembre con la bici de carretera salvo un día que fuimos con la de montaña y el año pasado lo acabé con menos de 3000 kilómetros, exactamente 2868 con algún decimal, que no está mal teniendo en cuenta que de seguido solo salgo en el mes de parón del atletismo.
Hoy primera salida del año con Carlos, Pablo, mi padre y la presencia durante gran parte de la ruta del frío, que se empeña querer acompañarnos en las rutas en bicicleta sin que nadie le invite. Arrancamos de Zamora a las 9:30 con niebla y frío. Nuestra intención era ir a rodar por la zona de Peñausende y alrededores. Durante varios kilómetros fuimos rodando con la desagradable presencia de la niebla pero, ya cuando estábamos relativamente cerca de Peñausende la niebla empezó a desaparecer y dio paso al sol y, con él, algo de calor, que agradecimos, más que nada porque, en mi caso, estaba ya dudando si mis manos existían o había pegado los guantes a los brazos. El cuerpo se fue calentando y, con eso, el hecho de pedalear se volvió mucho más agradable con esa temperatura. A la salida de Peñausende paramos a comer algo. Parecía que el cuerpo iba retomando su temperatura. Dado que parecía (solo parecía) que íbamos a tener suerte con el tiempo, decidimos seguir por donde habíamos planeado. Seguimos rodando a unos buenos ritmos, pero toda nuestra suerte cambió cuando pasamos El Cubo. Bajando por Valparaíso todo se nos torció y a la niebla le dio por volver a aparecer. Entre los primeros kilómetros con niebla y estos últimos, me hubiera quedado con los primeros, ahora sí que ya no sabía si tenía manos. ¡Qué frío hacía! Según iban pasando los kilómetros la niebla era cada vez más cerrada y la sensación de estar congelados iba también en aumento. Fuimos rodando como buenamente podíamos, unos ratos más rápido y otros más lento, hasta que llegamos a Zamora. Entramos por el puente de piedra de la capital, y, siendo sincero y repitiendo lo de antes, sabía que tenía manos porque los guantes no se me habían caído por el camino y porque sentía el manillar. Al final hemos acabado con una buena salida en bicicleta para comenzar la temporada de carretera. Éso sí, a ver si en la próximo pasamos algo más de calor...

No hay comentarios:

Publicar un comentario